Las cuentas, sin cuentos, del Ayuntamiento de Madrid

Empiezan a sonar tambores electorales, y en el Ayuntamiento de Madrid la estrategia dela alcaldesa Botellapasa por publicitar urbi et orbe una bajada de impuestos consecuencia, como afirman sin empacho desde Cibeles, de una buena gestión económica. Contrastan estos argumentos con la imagen de Ayuntamiento arruinado que arrastra el consistorio capitalino. ¿Cómo se explica esta incoherencia? ¿Quién no dice toda la verdad? ¿Cómo es, realmente, la situación económica del Ayuntamiento de Madrid tras 23 años de mayoría absoluta del PP?

Para contestar esas preguntas hay que viajar en el tiempo hasta 2012, cuando arranca el Plan de Ajuste que, desde entonces, encorseta todas las decisiones económicas en el Ayuntamiento de Madrid. El Plan de Ajuste es, para entendernos, el rescate que el Gobierno central hace al consistorio capitalino para que puede pagar a sus proveedores. Madrid paga con el dinero del Estado, y ya no le debe a los proveedores, sino a éste: el Ayuntamiento ya estaba tan endeudado que no podía concertar por sí mismo otro tipo de préstamos. No olvidemos que el Plan de Ajuste limita la autonomía del Ayuntamiento de Madrid, somete a la supervisión del Estado todas las decisiones adoptadas por sus órganos democráticos y obliga a emitir informes trimestrales de su cumplimiento al Ministerio de Hacienda.

Todo préstamo ha de pagarse y no sobra recordar en este punto que en 2013 la presión fiscal sobre el ciudadano medio en los impuestos de mayor repercusión (IBI y Plusvalía) se incrementó hasta el 9,62 % como consecuencia de la aprobación del Plan de Ajuste. La recaudación por impuestos directos que pasó de 1.796.362.152 en2012 a1.969.107.263 en 2013, según datos del propio Ayuntamiento.

El corsé del Plan de Ajuste debería durar diez años, hasta 2022, pero resulta que, al poco de arrancar, en 2013, al Ayuntamiento le ‘aparecen’ facturas en los cajones por 334,1 millones de euros, cantidad con la que el Consistorio se vuelve a endeudar con el Estado en virtud del Decreto Ley 8/2013, del 28 de junio. Pero como nada es gratis, el Plan de Ajuste se debe ampliar un año más: hasta 2023.

A pesar de todo esto, el problema no mengua, así que el Ayuntamiento tiene que suscribir en septiembre de 2013 un Plan deReducción de Deuda para llegar al 110%de los  ingresos corrientes del ejercicio inmediatamente anterior, tal como marca la Ley de Haciendas Locales. El ratio de deuda viva sobre ingresos corrientes en el ejercicio inmediatamente anterior asciende a 30 de junio de 2013 al 171,3%. En consecuencia, el Pleno extraordinario de 25 de septiembre de 2013 amplia el periodo de amortización de la deuda del Sector Público Municipal del Ayuntamiento de Madrid, aprobando una operación de refinanciación por 333 millones de euros.

Con este panorama, ¿de dónde viene entonces tanto optimismo?La Secretaría Generalde Coordinación Autonómica y Local del Ministerio de Hacienda decide el 13 de mayo de este año aflojar la soga que aprieta a los Ayuntamientos intervenidos. El Ayuntamiento se ha acogido a una de las opciones que le daba Hacienda: reducir el diferencial en 140 puntos básicos sobre el Euríbor, con lo que esté se queda en 385 puntos básicos frente a los 525 iniciales. Y el equipode AnaBotella ha decidido utilizar ese respiro para afrontar medidas de claro tinte electoralista, como acabar con la Tasa de Basuras en 2015 (la que reimplantó en 2009) y recuperar las ayudas sociales para los empleados municipales.

¿Se puede estar en contra de estas medidas? Difícilmente, pero todo tiene su contexto. Les daré un dato: la deuda viva del Ayuntamiento concluyó 2013 en los 7.048.526 euros y, según el último retoque del Plan de Ajuste, tiene que cerrar este 2014 en los 5.888 millones de euros. Pues bien, en el primer trimestre de 2014 la deuda había subido a los 7.106 millones de euros, según datos dela Intervención General.

Frente al rigor y la seriedad, el Ayuntamiento ha optado por la propaganda y el electoralismo, disfrazando un rescate en condiciones menos malas de buena gestión económica. Intervenida de hecho por el Estado hasta 2023, la ciudad de Madrid merece mejores gobernantes.

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